lunes, 25 de julio de 2011

Una noche para el recuerdo



Un cuarto de siglo da para mucho. Para poner en marcha una banda de reggae, pionera en todos los sentidos. Para que haya entradas y salidas, para que el ciclo termine. La vida misma. Pero también para recuperar lo que hubo. Por una noche y con la intención de que quede constancia grabada de lo que fue Kannabis Reggae Band, la formación se volvió a juntar para celebrar el 25 aniversario de su creación.
En las horas previas, las risas y la complicidad, que siempre han acompañado a los integrantes de Kannabis, apenas maquillaban la lógica tensión de un momento histórico. Desde que decidieron rescatar el repertorio, el trabajo había sido arduo, costoso. Había que rematar la faena. Y lo hicieron a lo grande.
Julián, el cantante, fue el último en llegar. Concentrado, sabiendo lo que se jugaba. Como todos. Willy (guitarra), Pity (bajo y coros), Martillero y Mikel (teclados) y Pichón (batería), arropados por los coros de Cathy y los metales de Iñigo Arrieta y Javi Flores (trompeta) y Juanma Moreno (saxo) fueron calentando motores. Risas, un pincho de tortilla, un traguito de agua. Rictus serios por doquier. Al camerino.
Txema, del bar Parnaso, ameniza la espera pinchando reggae, con manos maestras. La gente empieza a llegar a la sala Hell Dorado. Abetxuko se desplaza hasta Uritiasolo para ver el regreso de su banda estandarte, del símbolo que llevó su nombre por numerosos sitios. Es una noche de reencuentros, de abrazos, de sonrisas. Un ambiente muy famiiar y emotivo comienza a envolver el club sónico. Abrazos, risas. ¿Te acuerdas de mí? ¡Cuánto tiempo sin verte! Casi dos décadas, como a Kannabis en directo.
Llega la hora. Critical Riddim, trío formado por Willy Granados, el bajista Jonatan Calvete y el batería Gustavo Salvador, es el aperitivo perfecto para una gran noche. Bases programadas y el talento de tres grandes músicos. El ambiente se va calentando. A fuego lento, por supuesto. No podía ser de otra manera. El concierto del grupo acompañante se pasa rápido. La gente sigue llegando. Algunos hacen barra fija, otros se mueven por toda la sala encontrando caras conocidas, rostros que llevan mucho tiempo sin encontrarse. Es una noche de emociones, tanto en el escenario como entre los espectadores.
El aperitivo instrumental terminó y Txema, dueño de uno de los templos del reggae en los que Kannabis fue cocinando su gusto por los ritmos jamaicanos, volvió a ponerse a los mandos de la música para amenizar la espera. Veinte años aguardando el momento de ver a Kannabis en vivo, y los minutos previos se hicieron largos para más de uno. Poco antes de la medianoche, Ishmaël Sustraivibez, antiguo cantante de Little Feet and the Prenatals y un enamorado confeso del reggae y todo lo que le rodea, volvió a ejercer de MC para presentar a los diez músicos.
El primer tema en sonar fue “Atxanta”, un instrumental que formó parte de la última maqueta que la banda registró. Un cañón sonoro para comenzar la actuación. El bajo de Pity Blázquez se adueñó de la sala, dando pie al resto de los componentes de la formación. Julián y Cathy, ausentes en el primer tema, tomaron su puesto en escena para encarar “Oyeme”, una declaración de intenciones que sonó más fresca y más roots que nunca. “Gente de Jah” completó la terna inicial, antes de los primeros aplausos y la presentación de rigor. El sueño estaba en marcha.
El repertorio, formado por los temas antiguos de la banda, sonó actual, revisado y puesto al día. No en vano, Kannabis ya no son adolescentes, sino músicos que saben lo que quieren y cómo lograrlo. Incluso, lograron que la inactividad de algunos de sus componentes no se notara. Cuestión de talento, pero también cuestión de trabajo.
“José Mari” y “Revolución” fueron los siguientes temas en sonar, precedidos por un emocionado recuerdo a Joselu Indart. Sorprendió el primer tema, originalmente interpretado por Pity Blázquez, en la voz de Julián, con un registro muy diferente al habitual, cercano al raggamuffin. Después, repitieron fórmula en uno de los temas de la última época de la banda, “Civilización”.
Pity Blázquez, vocalista de Kannabis durante una temporada larga, recordó aquella etapa al cantar “La hierba del congo”, que sonó diferente, con arreglos nuevos en los coros y en los metales. Loco me vuelve el curro y no tener un duro. Las letras también sonaron vigentes, y eso es algo muy meritorio.
El repaso a los clásicos siguió con “Los hijos del sol”, canción interpretada en su momento por Carlos Pichón, que dio pie a “Esto es lo que hay”, una de las sorpresas de la noche con un texto nuevo compuesto para la ocasión. “Su guerra”, acompañada por unos metales solventes y envolventes a partes iguales, sonó, como el resto del repertorio, mejor que nunca.
“The new” puso al público a bailar, antes de que el final llegara con “Fuera de lugar” y “Una pieza más”. Dos etapas, dos maneras de tocar, dos clásicos para acabar un concierto para el recuerdo. Con toda la banda empapada en sudor y en emociones intensas a partes iguales, llegó la hora de los bises. “Halellujah”, una canción “de cuando había mili”, volvió a dar protagonismo al ska, a los ritmos más bailables y menos sincopados, con duelo interpretativo entre la guitarra de Willy y la voz de Julián. Para el final, el momento más intenso. “Libertad”, de las más coreadas por el respetable, supuso el broche de oro para una cita para el recuerdo. Cuando llegues a mi puerta entra sin llamar. Eso fue lo que hizo Kannabis, volver a abrir la puerta de su repertorio, permitir que le llegara aire fresco y hacerlo sonar como nunca en una noche de emociones fuertes. El resto, una fiesta de reencuentro para muchos, con muchos abrazos y lágrimas de alegría por haber tenido el privilegio de asistir a algo único.la espera amamaicanos, volviEs umplos del reggae en los que Kannabis fue cocinando su gusto por los ritmos jamaicanos, volviEs u

sábado, 23 de julio de 2011

Kannabis Reggae Band en el Camaleón



El concierto de Kannabis Reggae Band, esta noche en Hell Dorado, es el argumento principal del suplemento cultural El Camaleón, que edita Diario de Noticias de Álava. El periódico, uno de los colaboradores del evento, da buena cuenta del regreso de la formación. Gracias desde aquí a los chicos de El Camaleón.

martes, 19 de julio de 2011

Unos añitos de diferencia



Estas dos imágenes están hechas en el mismo sitio, la puerta del local en el que Kannabis ensayó durante un buen periodo de tiempo. La primera, en blanco y negro, es de hace unos añitos. La segunda, en color, es de la semana pasada. Son los mismos, los que se subirán al escenario de Hell Dorado el sábado para actualizar su repertorio y grabar el disco que la banda merece tener. Queda poco para una noche de emociones fuertes que promete ser histórica.